14 abril, 2012

Clarice Lispector (Ucrania-Brasil, 1926-1977)


Pero mira a tu alrededor y ve lo que hemos hecho de nosotros y de eso considerado como victoria nuestra de cada día. No hemos amado por encima de todas las cosas. No hemos aceptado lo que no se entiende porque no queremos pasar por tontos. Hemos amontonado cosas y seguridades por no tenernos el uno al otro. No tenemos ninguna alegría que no haya sido catalogada. Hemos construido catedrales y nos hemos quedado del lado de afuera, pues las catedrales que nosotros mismos construimos tememos que sean trampas. No nos hemos entregado a nosotros mismos, pues eso sería el comienzo de una vida larga y la tememos. Hemos evitado caer de rodillas delante del primero de nosotros que por amor diga: tienes miedo. Hemos organizado asociaciones y clubs sonrientes donde se sirve con o sin soda. Hemos tratado de salvarnos, pero sin usar la palabra salvación para no avergonzarnos de ser inocentes. No hemos usado la palabra amor para no tener que reconocer su contextura de odio, de amor, de celos y de tantos otros opuestos. Hemos mantenido en secreto nuestra muerte para hacer posible nuestra vida. Muchos de nosotros hacen arte por no saber cómo es la otra cosa. Hemos disfrazado con falso amor nuestra indiferencia, sabiendo que nuestra indiferencia es angustia disfrazada. Hemos disfrazado con el pequeño miedo el gran miedo mayor y por eso nunca hablamos de lo que realmente importa. Hablar de lo que realmente importa es considerado una indiscreción. No hemos adorado por tener la sensata mezquindad de acordarnos a tiempo de los falsos dioses. No hemos sido puros e ingenuos para no reírnos de nosotros mismos y para que al fin del día podamos decir “al menos no fui tonto” y así no quedarnos perplejos antes de apagar la luz. Hemos sonreído en público de lo que no sonreiríamos cuando nos quedásemos solos. Hemos llamado debilidad a nuestro candor. Nos hemos temido uno al otro, por encima de todo. Y todo eso lo consideramos victoria nuestra de cada día.

******************************************************************************

Y agregó simple:
-Te amo.
Ella lo miró con ojos oscurecidos, pero sus labios se estremecieron. Quedaron en silencio por un momento.
-Tus ojos -dijo él, cambiando totalmente de tono- son confusos pero tu boca tiene la pasión que hay en ti y de la que tú tienes miedo. Tu rostro, Lori, tiene un misterio de esfinge: descíframe o te devoro.
Ella se sorprendió de que también él hubiera notado lo que ella veía de sí misma en el espejo.
-Mi misterio es simple: no sé cómo estar viva.
-Es que tú sólo sabes, o sólo sabías, estar viva a través del dolor.
-Eso.
-¿Y no sabes cómo estar viva a través del placer?
-Casi ya lo sé. Era eso lo que te quería decir.
Hubo una larga pausa entre los dos. Quien ahora parecía emocionado era Ulises. Llamó al camarero, pidió otro whisky. 
Después de que el camarero se alejara, él dijo en un tono de voz como si hubiera cambiado de tema y sin embargo el tema era el mismo:
-Pues yo tuve que pagar mi deuda de alegría a un mundo que muchas veces me fue hostil.
-Vivir –dijo ella en ese diálogo incrongruente en el que parecía entenderse-, vivir tan fuera de lo común que sólo vivo porque nací. Yo sé que cualquier persona diría lo mismo, pero el hecho es que soy yo quien lo está diciendo.
-¿Todavía no te has acostumbrado a vivir? –preguntó Ulises con intensa curiosidad.
-No.
-Entonces es perfecto. Eres la verdadera mujer para mí. Porque en mi aprendizaje falta alguien que me diga lo obvio con aire extraordinario. Lo obvio, Lori, es la verdad más difícil de ver –y para no hacer solemne la conversación agregó sonriendo- ya Sherlock Holmes lo sabía.
-Pero es triste ver solamente lo obvio como yo y encontrarlo raro. Es tan raro. De repente es como si abriera mi mano cerrada y dentro descubriera una piedra: un diamante irregular en estado bruto. Oh Dios, ya ni siquiera sé lo que estoy diciendo.
Permanecieron en silencio.
-Nunca había hablado tanto –dijo Lori.
-Conmigo hablará toda tu alma, aún en silencio. Yo hablaré un día mi alma toda, y no nos agotaremos porque el alma es infinita. Y además de eso tenemos dos cuerpos que serán para nosotros un placer alegre, mudo, profundo.
Lori, ante la sorpresa encantada de Ulises, se ruborizó.

No hay comentarios.:

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...