12 noviembre, 2011

María Giuliani(Argentina, 1951)



ABUELA

tipa jodida, mi abuela. no te dabas cuenta en seguida, porque sabía hacer de abuela típica. pasaba con nosotros la mitad del año. bajaba del tren, impecable. nunca supe cómo. yo traía encima la tierra de dos provincias, cuando viajaba. ella no. peinada, sonriente. en casa deshacía las maletas, iba dándonos los regalos, colgando su ropa, contando que mis primas esto y aquello...
un par de días después, hacía un budín de pan. nos encantaba, a mi hermana y a mí. y era lo único que mi abuela sabía hacer en la cocina. de todo lo demás, ni hablar. mi madre heredó esa incapacidad, creo que aprendí a cocinar en defensa propia. mi viejo resistía, a su manera, cuando llegaba a la nochecita y tiraba un pedazo de asado sobre la parrilla del patio.
pero no era eso lo que te iba a contar.
te decía, mi abuela desembarcaba y nuestras vidas se complicaban. había malentendidos, cosas que nunca se encontraban. los gatos desaparecían hasta que ella se iba, el perro gruñía por todo. ella dejaba caer comentarios casuales, y un rato después todo el mundo estaba enojado, ofendido, triste... pero siempre con otros. por ejemplo, mi abuela llegaba y mi noviecito de turno se esfumaba. ("pero mirá, tan lindo chico... estuvimos tomando mate ayer, cuando vos demorabas... algo le debés haber dicho, parece un pibe tan sensible...")
me llevó varias visitas, varios años, entender que lo suyo era sembrar, delicada, fina, generosamente, la discordia. y hacerse olímpicamente la boluda a la hora de cosechar. ¿sabés que regaba a las gallinas? en serio... en una de las casas en donde vivimos había un gallinero, al fondo. y una vez, a la siesta, la ví, manguera en mano, reírse mientras las gallinas aterradas trataban de escapar del chorro de agua.
también tardé lo mío hasta cerciorarme de que ese gen retorcido no estaba en mi sistema. ni en el de mi vieja, ya que estamos: ella podría pecar por indiferente o por caída del catre, pero no por sádica...
cuando tomaba el tren de regreso a buenos aires, todos respirábamos mejor. yo ponía los codos sobre la mesa cuando comía, salía a la calle sin peinarme, mis amigas me perdonaban vaya a saber qué. mis viejos se trataban mejor, no te diré que era un clima idílico, pero...
y créase o no, pasado un par de meses, la extrañábamos.

De www.labisagra.com/Letra/mgiu/abuela.htm

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