01 marzo, 2010

Niní Marshall

Edipo

Animador: Qué tal, Catita... ¿Cómo le va?... La noto triste...
Catita: ¡Es que quedé tan empresionada con una novela que me emprestaron, que me se cuaja la sangre a las venas, cada vez que me acuerdo!...
Animador: ¡No me diga!... ¿Tan sensible es?
Catita: ¡Altro que los dramas que pasan en la tele!... ¡Dramas los que pasaban en los tiempos antiguos de antes!...
Animador: Bueno, eso, según se mire...
Catita: Seré curiosa, ¿uste leyó uno de un tal Edipo? ¿No? Bueno ante tanta ensistencia, se lo voy a contar. ¿Tiene panuelo?... Porque mire que es pa llorar a mocos tendidos...
Animador: No tema; soy fuerte...
Catita: Resurta de que Tebas, un país de estos antigüísimos, el rey y la reina, estaban por dar a luz, y en la curiosidá de la cuestión, fueron a que les endivinara la suerte, el oráculo, perdonando la palabra.
Animador: Sí, sí: fueron a consultar al oráculo.
Catita: El oráculo, dispensando la mesa puesta, les prenosticó de que el ninio que habían encargado era un desgenerado, porque cuando se viniera grande, iba a suicidar a su padre y a casarse con su madre...
Animador: ¡¡¡Qué barbaridad!!!...
Catita: Un caso como pa un psicólogo... ¡Hay cada uno ma de cuatro!... Buá; nace el ninio, y el rey, aunque no era superticioso, lo manda matar, por las dudas, bah, pa que no lo ganara de mano, como se lo habían predecido, pero el serviente encargado de lequidarlo, afloja al último istante, y en vez de matarlo se lo encaja a unos campesinos del campo, pa que lo críen a escuendidas.
Animador: Hábil estratagema...
Catita: Estos campesinos, agarran y osequian al ninio, al rey de Corinto, el país ande se curtivan las pasas de uva, un tal Polibo, que a lo que era güérfano de hijos... lo cría como propio, o sea cual si sería hijo de sus entranias reales.
Animador: Sí, sí: lo adopta, como padre...
Catita: Bah, yo no quiero decir putativo, porque como es un rey... Buá, pasan los anios, pasan los anios, pasan los anios, y Edipo, que así se denomina el ninio, se viene hombre o sea adúltero, que le dicen...
Animador: Adulto, Catita.
Catita: Bueno, síbala más, síbala menos... Un día a Edipo le da la loca de viajar, y se va a Tebas, ande había nacido por vez primera.
Animador: Su tierra natal.
Catita: Se va a Tebas, y al camino trompieza con una carroza, se la agarra con el condutor y con los pasajero, y palabra va, palabra viene, me los mata a los dos.
Animador: ¡Qué horror!
Catita: Sigue viaje, y, a la entrada de la suidá se topa con la Efinge, una bestia feroz de una especie destinguida, porque ya no hay más, y culio cuerpo pertenece, mitá al seso femenino y mitá al seso animal. Esta bestia dicho sea sin ilusión personal, tiene a su cargo un programa de preguntas y respuestas, liamadas enimas, o, prenunciado con firulete, egnimas, y al que no le acierta, lo despacha pa’l otro mundo.
Animador: ¡Qué crueldad!...
Catita: Edipo, que es tan rebusto cuan enteligente, y se las sabe todas, acierta el enima, con lo cual, la Efinge se muere de bronca.
Animador: ¡Claro!
Catita: Los suidadano de Tebas, agradecidos de que los haiga librado de la bestia feroz, lo proclaman rey, y Edipo agarra por esposa a la viuda del rey anterior, que se casa en segundas náuseas con su propio hijo.
Animador: ¡No!... ¡Lo que son las casualidades!...
Catita: Porque resurta de que el pasajero asesinado a la carroza por Edipo, era nada meno que su padre ligítimo... ¡Oh cruel fugarreta del destino!...
Animador: ¡Ay, me corre un frío por la espalda!...
Catita: ¡Paresé, que todavía no acaba!
Animador: ¿Siguen las desgracias?
Catita: ¡No se la espera!... Endemientras viene una peste que empesta a todos los suidadanos, y el oráculo, con perdón, dice que eso es un castigo devino, por curpa de un crimen que ha sido vítima el rey anterior, y qué sé yo, qué sé cuánto y que patatín y que patatán...
Animador: ¡Qué chismoso el oráculo!
Catita: Cuando se descubre el merengue, y todos se desayunan lo que ha pasado, les agarra tal desperación que la reina se horca el pescuezo, y Edipo se arranca todos los ojo, y el pueblo lo desentierra de Tebas... Le dice que se vaya, que se vaya, que se vaya... Y se va.
Animador: ¡Y se fue!...
Catita: Y dicen que anduvo desojado, sin ojos, bah, pernotando de tierra en tierra, lievado de la mano por su hija Antígona, que le servía...
Animador: De báculo.
Catita: ¿Lo qué?... No, que le servía de parro pa marcarle el camino, hasta que, hablando matirialmente, estiró la pata. ¡Pobre Edipo! ¡Rascáte en paz!
Animador: Dígame, Catita. Usted me contó que leyó esta historia...
Catita: ¡No! ¡Esta novela!... que la escribió un tal Sófocle; pero yo le digo una cosa que si es vedírica, Sófocle hace muy mal en publicarla, ¡porque tantos crímenes son un mal enjemplo pa la humanidá!

Marina Esther Traveso (n. 1 de junio de 1903, Buenos Aires – m. 18 de marzo de 1996, Buenos Aires) fue una actriz, guionista y comediante argentina, conocida con el seudónimo de Niní Marshall.
La llamaron La Dama del Humor y La Chaplin con faldas, y retrató de modo inolvidable y emblemático los arquetipos de la inmigración argentina, especialmente en los personajes de la gallega Cándida y la italiana Catita. Trabajó en Argentina y durante un exilio, en México. Fue relacionada con los cómicos Charles Chaplin y Buster Keaton.[1]
Confesó que el humor era lo único que podía hacer. Hizo reír a varias generaciones, incluso en épocas duras donde había muchas cosas restringidas. De estilo simple y sencillo, se la recuerda como una gran actriz con mucha sensibilidad. Actualmente posee más de 3415 fans y miembros de todo el mundo en la red social Facebook. Siendo relevante para toda América Latina y una parte de Europa, recibió una gran cantidad de premios.[2]
Al momento de su muerte, había filmado 50 películas en todo el mundo, más de 30 participaciones radiales, 12 actuaciones y conducciones televisivas y una infinidad de obras teatrales. Su talento descolló en la radio, el cine, la TV y el teatro. Autora de sus propios libretos, inmortalizó personajes cotidianos como Catita, Cándida o Doña Jovita.
En 1943 tuvo que exiliarse en México, como lo hizo en 1950, porque el lenguaje de sus personajes fue considerado "una deformación del idioma". En 1989 la consagraron Ciudadana Ilustre. Utilizó la caricatura como un recurso de la observación y siempre bromeó con su muerte.

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