18 julio, 2009

ESTHER ANDRADI (Argentina,1952)


Berlín es un cuento
fragmento

Le asombró la arquitectura de los distritos, lo compacto de las plazas y los árboles, la contundencia y belleza de los edificios antiguos. La calle de Potsdam iba a ser su barrio, su Kiez, como decían los berlineses. -Se pronuncia Kiiz-. No era poco para comenzar. Potsdam había sido una de las calles más emperifolladas de antaño. Ahora el muro la había quebrado en su geometría original que derivaba hasta el ombligo mismo de la antigua ciudad y había quedado como una extremidad amputada del tronco. Sin embargo, disimulaba con lujo sus mutilaciones. Aquí se codeaban bancos, medios de comunicación y burdeles. Al igual que depósitos bancarios, cheques o periódicos, el mercado ofrecía mujeres para todos los gustos. Forrado en cuero negro el torso, botas ídem y un látigo sostenido entre los dientes algunas. Con amplias faldas multicolores de gasa, melenas rubias y bucles florecidos otras, damas con trajecitos sastre en tonalidades grisáceas, blusas de seda y collar de perlas, robustas señoras en batón y chancletas, portando bolsa de plástico, como recién llegadas de hacer la compra, la mayoría. Cada una con su clientela. Y un galpón haciendo esquina con vidrios de colores rojo, azul, negro y violeta vendía ilusiones de carne, plástico y celuloide. “Somos el primer supermercado del sexo de la ciudad” anunciaba. Películas porno. Adelante mis valientes. Ropa interior a tiritas, vibradores todo tamaño para variados gustos y recovecos. Peepshows.

Un ejecutivo con su maletín.
Señores en todas las variantes del gris con atuendos de turistas.
Una dama con peluca afro y anteojos oscuros con marcos blancos.
Hombre disfrazado de mujer que se disfraza de hombre.
Un joven estudiante.
Muchachos en jeans y sandalias.
Una anciana emergida de un cuento de Perrault.
Una rubia de cuerpo entero enfundado hasta la rodilla en rojo satinado y zapatos taco aguja-plateados.
Un jubilado con bastón y su perro salchicha. Prohibido para animales. El perro que espere afuera.
Un rubio con chalina y melena al viento calzando botas de cazador.
Una pareja de recién casados, traje de novia y frac.
Un morocho robusto y un señor con barriga bastante más pequeño de estatura tomados de la mano, con gafas negras.
Todos ellos y todas ellas entraron y salieron de ese recinto de vidrios multicolores, el primer supermercado de sexo de la calle de Potsdam en el lapso de media hora. Abierto desde las cinco de la mañana, horario corrido.

*Fragmento de Berlín es un cuento. Alción, Córdoba, 2007.






Nació en Ataliva, Santa Fe, en 1952. Estudió Ciencias de la Comunicación en la Universidad Católica de Rosario y en 1975 emigró a Perú. En Lima ejerció el periodismo escrito y publicó su primer libro. En 1980 viajó a Europa y se radicó en Berlín donde escribió guiones y reportajes para la radio y televisión alemanas. Desde entonces ha vivido alternativamente en Buenos Aires y en Berlín, donde reside hoy con su marido y su hija.
Publicó Ser mujer en el Perú (testimonios, en coautoría, Ediciones Mujer y Autonomía, Lima, 1978/Tokapu Editores, Lima, 1979), Chau Pinela (Cuentos, Ediciones Tigre de Papel, Lima, 1988), Come, éste es mi cuerpo: 30 textos eucarísticos 30 (Último Reino, Buenos Aires, 1991/ 1997), Tanta Vida (novela, Simurg, Buenos Aires, 1998), Sobre Vivientes (Simurg, Buenos Aires, 2001/ Uber Lebende/Sobre Vivientes, Español/alemán, teamart Verlag, Zürich, 2003), Berlín es un cuento (novela, Alción, Córdoba, 2007), compiló las antologías Vivir en otra lengua: literatura latinoamericana escrita en Europa (Ediciones Desde la Gente, Instituto Movilizador de Fondos Cooperativos, Buenos Aires, 2007) y Comer con la mirada (Ediciones Desde la Gente, Instituto Movilizador de Fondos Cooperativos, Buenos Aires 2008). Sus cuentos y poemas fueron incluidos en numerosas antologías en diferentes países y lenguas y sus ensayos y entrevistas en diferentes revistas y suplementos culturales de Europa y América.


http://www.andradi.de/

1 comentario:

Lydia Raquel Pistagnesi dijo...

Saludo a este blog en el dia de amigo y les dejo mi huella.
Lydia Raquel Pistagnesi.

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