15 marzo, 2009

Linda Berrón ( Costa Rica)



El albatros del emperador Yunan
Tendría que haber sospechado de qué se trataba cuando al pisar el último escalón, éste descendió bruscamente en el vacío. Pero tenía que seguir adelante. La fuerza del destino se impuso en el escenario (...)

Me detuve frente a la última puerta, las rodillas atravesadas por un clavo de miedo, el vello levemente erizado y mi sereno observatorio mental contemplando con sorna las reacciones niñas de mi cuerpo. A mi espalda el muro sólido de la noche me impedía regresar, ¿adónde?, ¿adónde podía regresar?, ¿de dónde venía? Cada segundo el muro avanzaba detrás de mí con la certidumbre de un tanque ciego , cortando cualquier intento de retirada.

El camino delgado que había seguido, dibujado por un dedo transparente , pólipo marino, anfibio salido de un mar fosforescente, era el previsto para mis pies diminutos de geisha, muñeca de cartón, ojos de esquimal. Toda yo era tan menuda que no podía huir del destino. Aun recogiendo con avaricia los peores recuerdos de traiciones y mentiras, soledades y fracasos, nunca tendría la fuerza para decidir el regreso (...)
La puerta está cerrada y esto hace aun más doloroso mi destino pues yo misma tendré que abrirla y nadie entonces se hará cargo de mi culpa (...)

Abro la puerta. Lo primero, un olor a mar, a algas, a moluscos negros, a yodo y sal; un olor áspero me satura hasta el vómito. Después todo es verdeazul oscuro. En el centro del cuarto hay una cama enorme y altísima. Sábanas muy blancas, infladas por un viento inexistente, golpean el suelo con un ruido de velas desesperadas(...)

Un gemido me detiene, un gemido ronco y desdichado que viene de velas sacudidas por el viento, y nuevamente siento miedo, otra vez pequeña geisha de pies amordazados. Podría taparme los oídos, amarrarme a un poste y hacer mil nudos marineros para no ceder al miedo y a la tentación de acercarme y mirar. Pero me acerco, encorvada para hacerme más pequeña, y miro: sobre las sábanas blancas hay un hombre dormido. Así de indefenso me atrevo a mirarle, parece un náufrago. Me turba su soledad, su cuerpo delgado, la ropa hecha jirones, la barba crecida. Debe estar soñando algo terrible para gemir con una tristeza tan honda (...)
Me siento a sus pies y lo contemplo. Parece un niño abandonado, así dormido, el hombre más dulce de la tierra, y el gesto desolado de su rostro sólo logra embellecerlo más.

(...) Tomo su mano y la beso despacio. Está muy fría. Es una mano larga, blanca, venas color lila, huesos puntiagudos y tan liviana que parece de aire. Se despierta y encuentro sus ojos verdeazules, los miro sin temor y sin asombro, me detengo en cada punto de su iris y navego hacia adentro (...), y descubro los corales, las mádreporas, las esponjas, las algas más suaves que me enlazan, me amarran, me arrastran y me elevan por encima de las olas, y regreso sin aliento a sus ojos que me miran, al rostro afilado que sonríe de pronto, inesperadamente, y queda así conjurado el fantasmal deseo de enamorarme otra vez y fingir para mi solo placer que ignoro todo lo que ya sé.
Ni importa nada, ni el peldaño que descendió bajo mis pies. Por eso cierro los ojos, para sentir sus manos frías recorrer mi cuerpo, hundirse en mi carne, ahora esponja que se deshace por la presión más leve, más redonda, más sabia de sus dedos.

Ha pasado tanto tiempo que ya no sé qué día es hoy, si es que acaso es otro día. El cuarto sigue inundado de luz pero él no está (...)

Me miro la piel como se mira el atardecer , con la nostalgia de sus manos idas. Levanto los ojos y descubro una ventana redonda que no había visto antes o que nunca estuvo ahí (...) Me llega entonces con toda claridad el rumor intenso del mar, y me nacen en la piel pequeñas algas de alegría, diminutos moluscos de entusiasmo casi olvidado. Corro a la ventana y allí está el mar.

Podría desatar todas las amarras y emprender un vuelo firme y sin retorno hacia arriba o hacia abajo, cielo o mar. Me siento capaz de volar, es posible, podría hacerlo, lo sé y eso me basta por ahora.

(...) Me hundo en el mar, asciendo de nuevo, renacida entre las olas. La espuma blanca me salpica los labios. Saboreo la sal, sonrío, y sé que mi sonrisa se parece ahora a la suya.

Sobre el mar en calma una larga ola se desliza, se enrosca, salta, toda ella espuma, y vuelve a caer, a rizarse, dibujando brillantes caracolas. La veo golpearse, sacudirse embravecida, sin abandonar nunca su blancura y finalmente el viento hombrón acude y resopla, la levanta, la eleva desplegando un arcoiris de lluvia. La veo volar en el cielo, un poderoso albatros agita sus alas inmensas.

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No sé por qué alzo los brazos como un náufrago perdido, por qué lo llamo con los gritos más ardientes de lo que soy capaz. Y él responde con un chillido que me asusta y me fascina. Sin mover las alas, limpiamente apoyado en el viento, se deja llevar, fantástico vagabundo, planeando hacia mí, compadecido o tal vez enardecido por mi reclamo . Huele a mar y a viento fresco cuando entra en el cuarto. Sobre el piso que se mece recoge sus alas y me mira de perfil. Reconozco la espuma del mar en sus alas y la audacia del viento en su mirada indómita. Un graznido hambriento sale de su pico curvo y amarillo, o quizá viene de más lejos, de profundas simas donde duermen las voces ahogadas de marinos y argonautas. Creo que percibe mi sorpresa y mi embeleso porque abre con suavidad sus alas y las agita levemente. Camina ondulando su cuerpo y se detiene muy cerca de mí (...)

Y sueño otro sueño en el que vuelo con él , las piernas aferradas a su cuerpo delgado, un viaje audaz y salvaje sobre las olas, flor de agua, salpicados de sal y mar, devorando peces vivos, calamares, moluscos, insaciables los dos frente al mar inmenso y puedo ver desde la ventana redonda del cuarto nuestra silueta ave-monstruo, ave-mujer, dragón volador, recortada en el único ojo marino del atardecer.
Cuando regreso estoy desperdigada sobre la cama, de bruces en una soledad que no comprendo, hundida entre las velas inmóviles de este tálamo recurrente, ¿dónde está la brisa?, ¿dónde está él?, ¿náufrago, albatros?

Hace tiempo descubrí el desperdicio del llanto, por eso ya no lloro nunca. Pero hoy que no sé qué día es, ahora que no sé si es de día o de noche y tengo una leve conciencia de que esa mujer desmadejada y perdida debo ser yo, hoy , ahora, sí voy a llorar, un fluirme a mí misma que es como llorar hacia adentro, hundirme en mi propio pozo submarino, abismal y nocturno, reencontrar allí mis fantasmas sonámbulos de ojos luminosos y cuerpos anaranjados, violetas y escarlatas. ¿A qué otro lugar podría ir? Y así lentamente me voy durmiendo en otro sueño.

Es un sueño largo, de amaneceres y crepúsculos sucesivos, dónde las lágrimas recorren antiguos caminos de encuentros y desencuentros, todos siempre el mismo, repitiendo el rito mágico que renovará la vida, si la vida se renueva más allá del espejismo.

Este deseo de sus manos, de sus alas, es un sueño también, un disfraz para confundir el vacío, como ponerse collares y pulseras de coral para ahuyentar la muerte. (...)




*Los fragmentos de este texto fueron extraídos de la antología de cuentos de escritoras latinoamericanas, Esas Malditas Mujeres, que seleccionó la escritora rosarina Angélica Gorodischer ( Edit. Ameghino,1998).

Linda Berrón:
Escritora, Licenciada en Educación, editora. En 1991 fundó la Editorial Mujeres que ha publicado narrativa, ensayo, poesía, teatro, biografía, y video. Tiene publicados dos libros de cuentos, "La Ultima Seducción" y "La Cigarra Autista"; una novela, "El Expediente" y una obra de teatro, "Olimpia", representada en el 2003 por la Compañía Nacional de teatro de Costa Rica. Sus cuentos han aparecido en numerosas antologías nacionales e internacionales y sus textos han sido traducidos a varios idiomas.
Entre otros, recibió en Madrid el "IV Premio Internacional de Narrativa de Mujeres de Habla Hispana"; en Guatemala, en 1991, el "Premio Unico de Cuento de los Juegos Florales de México, Centroamérica y Panamá"; en Costa Rica con el "Premio Ancora de Literatura", 1992-1993.
 Premios: Premio Internacional de Narrativa de Mujeres de Habla Hispana en Madrid; Premio de Cuento de los juegos Florales de México, Centroamérica y Panamá, en Guatemala; Premio Ancora de Literatura en Costa Rica.






2 comentarios:

Linda Berrón dijo...

Este cuento se encuentra entre los mas intimos de los que he escrito. Gracias por reproducirlo.
A la biografia que anexan, habria que añadir una obra de teatro publicada y estrenada por la Compa˜ia Nacional de Teatro en 2003. Se lla "Olimpia" y se basa en Olympe de Gouges, primera feminista francesa, dramaturga, autora de la Declaracion de los Derechos de la MUjer y de la Ciudadana, que fue guillotinada por Robespierre.
Gracias por inclcuirme. Saludos

Grupo Conestabocaenestemundo®2003 Derechos Reservados dijo...

el placer de leer y difundir este hermoso cuento de tu autoría es nuestro.Intentaremos corregir la data de tu bio así queda completa. Cuando desees enviarnos material que desees dar a conoce, te recuerdo nuestro mail es conestabocaenestemundo@yahoo.com.ar

un beso desde el sur.
las bocas del grupo

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